Porque te extraño a morir...

Mi querido Sr. León:

No hay palabras ni motivos para perdonarme.

Lo siento.

martes, 19 de abril de 2016

¿Quién me ha robado el mes de abril?



Mi querido León.
Camino entre los recuerdos, descalza para astillarme con alguna memoria rota del piso, aunque me escuece entre los dedos, entre las hebras del alma.
Ya no importa que no duerma, o tal vez, ya no importa que no sueñe. ¿Para qué dormir si sueño contigo? ¿Para qué soñar? En todos lados no estás tú, tú que solo estás donde tú estás y que huyes de donde yo estoy.
Que sueño despierta con verte una vez a lo lejos, acortar las distancias entre tu mente y mis labios, dejar que los años corran. La otra mitad de mi vida. La otra mitad que se ha ido disolviendo entre el agua disociada de su propio manantial y que se ha vuelto espuma, bruma, brisa, lluvia, que cae sobre ti, para que no te mojes...
Volví a recordar el fuste de ti. El hermoso pecho blanco, lampiño, firme... En tu vientre pequeño, tu ombligo profundo... Recordé tu cabello espeso, ya cano... Y tus labios hambrientos recorriendo el cuello, las orejas, los pechos, el vientre, los muslos de tu musa, tu mujer... 
Así es como se vuelve este camino, que donde voy pisando, encuentro pequeños vestigios de alguna memoria, cuando siento el escozor entre los dedos y que me penetra el escozor a las hebras del alma.
La adicción cedió. La ansiedad terminó. Los 28 días de abstinencia se multiplicaron por cien y llegaron a su fin... Pero no deja de ser tentación tu nombre, tu cuerpo, tu voz, tus palabras.
¿Y si me llamaras alguna vez?
No me voy a mover de aquí para que me encuentres, para que, al verte, pueda saltar y no caer sin ti.

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