Porque te extraño a morir...

Mi querido Sr. León:

No hay palabras ni motivos para perdonarme.

Lo siento.

lunes, 13 de enero de 2025

A quien interese

Estimado(a) lector(a):

Tras mi osadía para anunciar abiertamente mi nostalgia por un amor fallido, un amor que despedí de mi vida y que abandoné hace varios años, me vi envuelta en tristeza, melancolía, culpa y enojo. Muchos años sufrí en silencio, dejando que el tiempo transcurriera y pude ver a los otros, a mi alrededor, creciendo, siendo libres y felices... Pero yo me condené a una tortura muda. 

Lloré por las noches, mientras fingía dormir. Sonreía en público, mientras quería contarle a cualquiera lo que me desgarraba en el interior. Soñaba con los brazos del amante más deseado de mi existencia, sin que tuviera un solo atisbo de su interés. Yo lo abandoné y suplicaba, a través de mis letras, que tuviera un poco de compasión de mi sufrimiento para que regresara a mí. 

Si eres una de esas personas que han seguido obsesivamente este blog, verás en varias ocasiones la despedida que no llegaba. Porque así es el luto. Un día crees que estás bien, y otro día, un sonido, un aroma, una frase, una insignificancia cotidiana y ordinaria te da de bruces en la nariz; y entonces, notas que esa persona no está. El dolor vuelve a doler. El ciclo vuelve a comenzar. Es una espiral. El centro es el dolor. Sin embargo, siendo una espiral, con cada vuelta, uno se aleja del centro. El ciclo es cada vez más largo, más prolongado y la ruta de crecimiento es más generoso.

En los primeros días me gustaba leer mis propios pensamientos y sufría con cada palabra. Hoy puedo leerlos y sentir cómo el sentimiento a menguado. Es una herida cálida y vacía en mis entrañas, pero no me asfixia, no me mata.

Las canciones, un compendio de casi 40, han ido retomando sus ritmos normales, ya no lastiman, ya no me provocan llanto interminable.

Fue un camino intenso, desgastante, 12 años de aquella despedida, 10 años después de la última palabra por parte suya. Sólo contestó: "Yo ya" en su último correo.

No creo que vuelva a responder, y aunque le he seguido la pista, hubo un día que el rastro se volvió tan tenue, insípido, que dejé de verlo. ¿Recuerdas la película Titanic? Ese momento en que suelta su mano y Jack se pierde en la inmensidad del gélido mar. Así se perdió mi Jack en la inmensidad de esta gélida historia. 

Sé que alguien lee estas cartas pensando si seré yo esa persona que buscan, y no lo sé. Tal vez sea yo.

Aún así, confieso que hay momentos que todavía tengo fantasías. Una fantasía en la que, un día cualquiera, él lee mi blog que usé para anunciar abiertamente mi nostalgia por un amor fallido, un amor que despedí de mi vida y que abandoné hace varios años y con su sonrisa mágica, me salva de una tortura muda. 

La Estrella Fugaz.

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